Ya han pasado 9 años. Son muchos años sin ellos. Muchos años sin aquellos que un día se levantaron, cogieron el tren y no volvieron más. El odio nos los arrebató de una forma brutal y nuestras vidas quedaron marcadas para siempre. De nuevo, las personas se convirtieron en cosas, en instrumentos utilizados por el terror para hacer daño. Y aunque ya había pasado antes miles de veces y aunque sigue pasando cada día en todo el mundo, no podemos dejar de soñar con un mundo en el que esto no vuelva a pasar, un mundo en el que las personas miremos a los demás como nuestros iguales, un mundo en el que cada uno sea capaz de ponerse en el lugar del otro y el odio quede desterrado para siempre como algo inútil y negativo para la humanidad. Por eso, con la esperanza de que nadie en ningún lugar vuelva a pasar jamás por algo parecido, los tendremos en nuestra memoria siempre.
En
Coslada tienen su espacio para el recuerdo en el Recinto Ferial. Para que cada vez que pasemos cerca de allí y de
"La espiral de la templanza" de
Enrique Salamanca, nos acordemos de ellos y de sus familias, y de todos aquellos que han sufrido y sufren la violencia de otros. Y cada vez que miremos la obra recordemos las palabras del autor de la escultura, que en su momento dijo que
"la escultura debe interaccionar a la vez como recuerdo de las víctimas y como continuidad
de la vida, demostrando que el crimen nunca
doblegará la voluntad civilizada y democrática del pueblo por mantener
ese universo creado por hombre, que da testimonio de la inmensa libertad
del espíritu humano".
